domingo, 2 de noviembre de 2008

Ser el más grande... y, por muy psicótico que suene, escoger entre las partes de uno y ser aquella, la más grande. En este minuto, entre gritos, imágenes, fotos y sabores bailando en mi cabeza, entre sueños que quitan el sueño y frases que crean vínculos de olvido... es cómo si un fedex onírico haya sido contratado por él, mandando señales de vida tergiversadas para romper el delgado hilo de diamante que aún me une a él.
Escojo el alfiler y romper el sueño lúcido, el quitar las pinturas y apreciar las ruinas reales de las paredes que quedaron. Acoger, acoger el vacío y decir "te amo" en la ausencia. Reconocer el sentimiento entre la belleza de los restos, y ya no decirlo, sino gritarlo. Gritar "te amo", Gritar "TE AMO!" en una esquina con paredes podridas, piso mojado con agua estancada y entre la nueva y pútrida vida que se formó en ese pantano, aprender de ella y aprender a vivir con la certeza de saber que lo amo. No a los recuerdos; no son los mejores. No a las peleas; no son las peores. Sino a él.
Reconocer mi dependencia. Reconocer mi necesidad de él. Reconocer que estoy estancado. Y entre todo eso, reconcer que lo amo.
Ser el más grande, y no tirar esto a un baúl y dejarlo para mañana.
Ver que a casa no es una prisión, y por mas enredaderas tenga la puerta, ahí está.
Y marcharme, y como siempre, con un plan bajo la manga.