jueves, 11 de septiembre de 2008

10 años

Diez años pasaron, y el niño que se estaba haciendo hombre, hombre se hizo con el tiempo, pensando constantemente en ese niño que quedó atras con el que siempre soñaba, mientras él no tenía tiempo para soñar.

Diez años pasaron, 3 fueron de universidad, otros cuantos de soñar y el otro tanto fue en trabajar por dos-sin-ser-dos, ahorrando su pequeña fortuna para poder emigrar; tomó la guía telefónica y llamó a la agencia número uno del momento, pidiendo una hora con el famoso y celebre dueño de ella.

Diez años y una semana pasó, llegó el día de la reunion de negocios, un almuerzo para ser más precisos. Llega al restaurant de ese centro comercial que hace una decada era lo que estaba más de moda, sube al segundo piso y va a la mesa que había reservado, en una esquina junto a la ventana. El citado ya había llegado hace unos momentos; estaba sentado, lentes oscuros y aunque muy elegantemente vestido, las manos estaban rayadas con tinta.

-Buenas tardes, disculpe por la demora. -- dijo con voz temblorosa, pero aparentando tener todo absolutamente controlado.
-No se preocupe, llegué hace solo unos... -- comenzó a responder, mientras se sacaba sus gafas y la impresión lo interrumipió por ver algo que no habría imaginado que pasaría ese día(o ningun día). Se levantó sorprendidamente para saludarlo y derramó su vaso de coca cola light.
-Hay cosas que no cambian...-dijo sonrojándose.
-Ya me parecía familiar este lugar... no venía desde el...
-El 6 de agosto del 2008 --lo interrumipió-- donde pedimos lo habitual
Los dos al mismo tiempo: - una porción de papas fritas, un churrasco tip tap y una hamburguesa palta tomate y queso ! más una cocacola light y una sprite zero!.
-Sí...--entre risas-- te ha ido bien parece, eres todo un arquitecto famoso! Supe de tu estudio por primera vez por el Mercurio, primera página! Portada: primer edificio ecológico con un parque dentro de el, y tu cara sonriente con un motivador pie de página.
-Y...
-Y de collar el anillo que te regalé para acompañarte...--Lo interrumpió nuevamente. Pero basta de recuerdos borrosos, vengo a hablar de negocios, mira, tengo unos dibujos caceros de una casa que quiero, necesito que la "arqitectonices" y la hagas realidad.
-... Es un terreno triangular? y que es esto? una poza?
-Una laguna, para poner lotos y tal vez un par de carpas japonesas que naden por ahí.
-Ya...mira, tendría que ir al lugar y decirte que se puede hacer, qué se me ocurre y el presupuesto...-- aún no entendía que estaba pasando, ni el por qué de esta reunión tan incorrectamente posible.
-Ya, genial, aquí tienes un pasaje sin fecha de ida, tu escojes.
-¿Pasaje? -- lo agarra, aun sin entender y ve el Destino : Puerto Varas. Tiembla.
-Sí, pasaje, puerto varas, ¿creías que se quedaría en un sueño no más? No, claro que no, por suepuesto que no, y sólo en tí puedo confiar para que funcione.

Suena su celular, lo contesta y le explica que es su secretaria, que le recordó una cita con una paciente (que se le había borrado por completo con toda esta reunión que rallaba en lo absurdo -en el buen sentido de él-).

-Disculpa, me debo ir, pero ya sabes a grandes rasgos lo que necesito y tienes el pasaje, cuando tengas un tiempo ve por favor, eres el único en el que podría confiar para tal proyecto, que lástima que no podré quedarme más tiempo para charlar. --
Toma su chequera y empieza a llenar un cheque- A cuanto estamos? dejame pagarte tu almuerzo que sea...--Dice sonriendo, haciendo entre medio el ruidito delator.
-Estamos a...--revisa su celular, aun sin entender qué había y estaba occurriendo realmente-- 7 de Diciembre del 2018.
-Gracias! Me retiro caballero, muchas gracias por su tiempo, disfrute su almuerzo, ahora debo correr, que tenga un buen día!

Comienza a caminar apresuradamente, sin darse vuelta ni dándole tiempo para responder, estaba mucho más nervioso de lo que en un principio pensaba que lo estaría.

-Hey! pero no incluye boleto de regreso... --Fue lo único que logró articular, con una voz casi hacia dentro--.

-Lo sé. -- dijo sin mirar atrás.

Se marchó del restaurant, siendo más niño que hombre en ese momento, cayendo una lagrima por su rosada mejilla, pero en vez de terminar en el usual labio fruncido, terminó en una cálida sonrisa de esperanza.

En su auto toma su celular y llama a su amiga Carolina, agradeciéndole la llamada planeada y contándole que el plan se había llevado a cabo, que ahora solo había que esperar.